A lo que vamos, ¡llegan la primavera y los primeros fresones transgénicos de Huelva a los supermercados alemanes! Me encantan las fresas, aunque estas primeras no sepan a (casi) nada. El (casi) me basta para darle color e incluso algo de sabor a mi smoothie, y de paso a lo mejor me toca alguna que otra vitamina despistada.
Normalmente hago los smoothies a ojo, según lo que compre que tenga buena pinta y lo que me apetezca. Pero a veces me gustan mucho y después nunca me acuerdo de lo que les puse, así que esta vez, no. Que ya me lo sé. El sabor de este zumo es muy parecido al del calipo de fresa, al menos como yo lo recuerdo, porque debe de hacer unos 20 añitos que no tomo uno. Otra vez no he podido hacer fotos porque nos lo hemos llevado de picnic y nos lo hemos terminado todo... actualizaré cuando lo vuelva a hacer.
Ingredientes (1 l)
- 200 g de fresas
- 1/2 l de zumo de piña
- 2 plátanos maduritos
- 1 trocito de jengibre fresco, más menos 1,5 cm de ancho por 1 de largo
Realmente, no sé si molestarme... se trata de pelar lo pelable (véase plátanos y jengibre), quitarle los pedúnculos a lo apropiado (esto son las fresas) y acordarse de abrir la botella de zumo antes de echarlo a la batidora. Nosotros lo hacemos en batidora americana. La consistencia es más densa que la de un zumo normal, si se filtra pues más la de un zumo estándar, pero para mí pierde la gracia (y supongo que gran parte de las vitaminas).